Cuando la Teología Aprende a Escuchar a los Marginados
- Pastor Vizcarrondo
- 17 abr
- 4 Min. de lectura
Un blog sobre fe, justicia y hermenéutica poscolonial
Hay momentos en los que nuestra teología necesita hacer algo que no suele enseñarse en algunos institutos o seminarios: sentarse, callar… y escuchar.

Escuchar las lágrimas de las mujeres que han sido silenciadas por siglos. Escuchar la voz cansada del obrero hispano que trabaja en la sombra. Escuchar las oraciones del abuelo afroamericano que luchó por su fe en un mundo que le negó una dignidad y humanidad. Escuchar a los que no tuvieron púlpito, pero sí una fe viva.
Y en ese silencio humilde, la teología puede comenzar a sanarse. Y con ella, la Iglesia también.
La pregunta que cambió mi fe
Hace un tiempo, me encontré con una pregunta que me incomodó (y a Dios sea la Gloria por esa experiencia):
¿Qué pasaría si leyéramos la Biblia usando los lentes de los que se han oprimido o marginado, en lugar de los que han estado en poder?” (Hay muchos de estos en la Biblia, por ejemplo, el caso de Abram y Agar en Genesis 16 y el caso de las viudas desatendidas por problemas de idiomas en Hechos 6:1-7)
¿Te has hecho esa pregunta?
Durante mucho tiempo, nuestra teología ha estado más influenciada por los que están en poder que por la experiencia del humilde pesebre donde nació nuestro salvador. Por los imperios que oprimen y no por Jesús en el monte de los Olivos con un mensaje de esperanza (Mateo 5-7).
Y ahí es donde entra el diálogo entre la teología y poscolonialismo en la iglesia. Esto es una realidad que los lideres de la iglesia deben hacer. Esto no es una moda académica. Es una urgencia para entender el Reino de Dios y su Justicia (Mateo 6:33). Es el Evangelio que vuelve a sus raíces: donde se escucha las voces de los pobres, las mujeres, marginados y oprimidos (Mateo 11:5).
Entonces, ¿cómo se descoloniza una teología colonizadora?
Muchos de nosotros —especialmente en comunidades hispanas o negras en América— recibimos el Evangelio con amor… pero también con trauma. Por ejemplo, la Bula Papal "Inter Caetera", emitida por el papa Alejandro VI el 4 de mayo de 1493, desempeñó un papel fundamental en la conquista española del Nuevo Mundo. La Bula establecía que cualquier tierra no habitada por cristianos podía ser "descubierta", esto conocido como la doctrina de descubrimiento, reclamada y explotada por gobernantes cristianos, y declaraba que "la fe católica y la religión cristiana debían ser exaltadas, aumentadas y difundidas por doquier, que se cuidara la salud de las almas y que las naciones bárbaras debían ser derrocadas y llevadas a la fe misma".
Nuestros abuelos aprendieron de Cristo al mismo tiempo que se les enseñaba que su idioma, cultura y color eran "inferiores". Fuimos considerados como barbaros. Hoy en día estamos volviendo a esas experiencias.
Para descolonizar una teología influenciada por el colonialismo europeo, debemos usar unos nuevos lentes de lectura de la Biblia, una hermenéutica poscolonial, eliminando prejuicios influenciados por el colonialismo.
La hermenéutica poscolonial no viene a destruir la fe, sino a liberarla de las cadenas que se le impusieron. Es una forma de leer la Palabra con los ojos bien abiertos, escuchando la voz de Dios no solo desde el púlpito, sino también desde el campo de trabajo, la calle, el gueto, la frontera, el pobre… los marginados.
¿Qué significaría leer la Biblia desde los ojos de un hispano indocumentado?
¿Qué revelación trae la fe de un joven afroamericano que busca justicia en medio del racismo estructural?
Cuando la teología excluye, se aleja del Evangelio
Hay una realidad dolorosa que debemos confesar como Iglesia: la teología colonizadora también ha sido cómplice de la injusticia.
Cuando solo se enseñan voces blancas y europeas.
Cuando las mujeres sirven, pero no lideran.
Cuando el pastor afroamericano es “bueno para predicar, pero no para dirigir”.
Cuando la historia de los pueblos indígenas o latinos se menciona solo en clave de misión, y nunca de contribución.
Pero Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34, Romanos 2:11, Gálatas 2:6, Efesios 6:9). Y su Palabra tiene poder para restaurar lo que fue herido.
¿En qué áreas tu comunidad de fe ha excluido sin darse cuenta?
¿Estás dispuesto a dejar que otros —incluso aquellos que fueron marginados— te enseñen algo de Dios?
Una fe que sana y transforma
Jesús no vino a establecer un nuevo imperio, vino a sembrar un Reino de justicia. Uno donde el último es primero. Donde el migrante es recibido. Donde el que llora es consolado. Donde el que se ha oprimido encuentra justicia.
La teología poscolonial no busca dividir, sino reconciliar. Nos recuerda que la fe no se trata solo de doctrina, sino de comunión, de justicia, de esperanza real para cuerpos reales. Para cuerpos latinos, negros, mestizos, mujeres. Para los que han sido olvidados por la historia, pero nunca por Dios.
Tiempo de oración y compromiso
Quiero invitarte a hacer esta oración conmigo:
Señor Jesús,
Perdónanos por cada vez que predicamos tu nombre,
pero callamos ante la injusticia por ideologías políticas.
Enséñanos a escuchar a los que el mundo ignora.
A reconocer tu imagen en los rostros de
indígenas o latinos y afroamericanos,
en las mujeres silenciadas, en los niños de la frontera,
en los ancianos que aún creen, a pesar de todo.
Transforma nuestra teología…hasta que se parezca a la tuya.
Amén.
Para conversar en comunidad como iglesia…
¿A quién has dejado fuera, tal vez sin querer, de tu visión de Iglesia?
¿En qué formas puedes levantar y dar plataforma a las voces hispanas y negras en tu ministerio?
¿Qué decisiones prácticas podrías tomar esta semana para descolonizar tu fe?
Esta conversación apenas comienza. Pero como en Pentecostés (Hechos 2), cuando el Espíritu descendió, todos comenzaron a hablar… y nadie quedó fuera.
Que así sea hoy también.
Con esperanza,
Pastor Luis R Vizcarrondo
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Referencias
Obtenido de: https://www.gilderlehrman.org/history-resources/spotlight-primary-source/doctrine-discovery-1493
Interesting blog
No puede estar más claro.